Melancolía

Melancolía
La melancolía es la tristeza sin dolor, la nostalgia es echar de menos algo sin necesitarlo.

jueves, 22 de abril de 2010

Así es la seducción

Ligar es como tejer una tela de araña.

(Este relato es totalmente ficticio y cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia xD)

"Algunas personas encuentran la satisfacción de esta vida consiguiendo poder, un concepto antiguo nacido desde que dos seres diferentes convivieron y tuvieron que demostrar su superioridad el uno al otro. Esas personas buscan sentir el poder, y una de las maneras de obtenerlo es manipular a tus semejantes.

Escucha las mentes. Lee las mentes. Compréndelas. ESCRÍBELAS.

Hay pocas cosas en esta vida más placenteras que dirigir ese guión.

Ligar es algo parecido.

No hace falta que el cebo sea demasiado suculento, ni demasiado popular. No es necesario ser especialmente atractiva para conseguir que multitud de ellos caigan, conocidos y desconocidos, sólo hay que dejar el camino engañosamente fácil, crear un interés ficticio tu por parte, hacer que se sientan importantes. Sin dudar ni un momento de que eres superior, que los controlas, que sabes cuáles son sus pasos, que conoces su confiado avance.

Hasta que finalmente caen en la tela de araña.

Ella lo sabe bien.

Y puede ver cómo ridículamente esas personas se debaten confusas, atrapadas, engañadas, y puede reír silenciosamente mientras simula que no lo pretendía.

Apariencia inocente.

Siente como si fuera una colección grotesca, amigos que pretendieron ser más que amigos, quiere poseerlos pero no corresponderlos, quiere aliviarlos pero no soporta que escapen… y se queda sola y viuda, viuda negra una vez más.

Y los pocos que se quedan no la satisfacen, juguetes viejos, inútiles entretenimientos de un pasado.

Y la viuda negra, insatisfecha, busca nuevos objetivos que engatusar.”

-----------------------------------------------

“Recuerdo fugazmente la primera vez que te vi.

Tú me aseguraste que ya nos conocíamos, nos había presentado en una reunión irrelevante, un amigo cualquiera. Ni siquiera te había presatdo atención. Pero en ese momento te miré de verdad, te evalué, te puntué.

Muy fácil.

Desde mi punto de vista de cazadora entrabas dentro de mi rango, no soy muy exigente y siempre ataco a las presas hacederas, aquellas que sé que en seguida sucumbirán, y que por falta de experiencia no descubrirán la trampa hasta que sea tarde. Puede que incluso nunca sean conscientes de mi actitud deliberada.

En ese momento tenía otras inclinaciones, pero más por motivo de burla que de verdadero interés moví mi primera pieza. Aquel beso fugaz fue incluso arriesgarme demasiado, pero jugaba sobre seguro.

Y picaste.

A partir de esa noche empezamos a coincidir casualmente gracias a otro de mis objetivos, y me fascinó comprobar lo rápido que caíste en la tela, el poco esfuerzo que hice y tu sumisión… curiosa. Los celos, las conversaciones, el interés en general por mí me aseguraba otra victoria y un nuevo trofeo para mi lista. Y estuve esperando tu declaración mucho tiempo, aquella que me confirmaría mis sospechas y me daría la partida por ganada.

Sin embargo… pasaba el tiempo y la confesión no llegaba.

Tu actitud no daba lugar a dudas, y aún así… Me escamaba, me asombraba, ese toma y daca en el que intentabas ponerte por encima de mí, provocarme, hacerme creer que no te había atrapado, que había sido una ilusión… Que te había subestimado.

Por un motivo u otro, abandoné mis otros objetivos. Sólo quería evaluar tus reacciones, tus respuestas, cada vez más pragmáticas, cada vez menos evidentes… y mis movimientos cada vez más arriesgados, dejando conocer mis puntos débiles para crear una falsa confianza, para encontrar a su vez tus inseguridades, y poder usarlas en tu contra. Y cuanto más te conocía más perdida me sentía. Te pinchaba, te acorralaba, hasta que había momentos en los que no tenías más salida que la confesión, porque era evidente lo que sentías.

Pero callabas y decías: “¿Por qué siempre das con la pregunta correcta?”

La respuesta correcta no llegaba.

Era indudable. Yo lo sabía. Pero no era un cien por cien… no era un cien por cien.

A menudo te hablaba de mis otros objetivos, de con cuantos y con quiénes pretendía, y me soltabas molesto: “¿Por qué siempre estás ligando con todo el mundo?” Inconsciente, no sabías que tú eras mi única presa.

Y cuando ya, rendida, abandoné la causa casi por aburrimiento llegó una declaración extraña, brusca y absurda. Querías distanciarte porque la situación no te gustaba, porque yo estaba interesada en otra persona.

Paralizada, no sabía a dónde mover. Una jugada en la que te rindes y a la vez huyes era demasiado inteligente, demasiado imprevista. Sólo por no mostrar mi debilidad consentí que hicieras lo que mejor te pareciera, pero sentía que ya no eras mi presa sino mi rival, y entonces la caza se volvió más interesante. Ese orgullo que no te permitía reconocerlo, estaba cayendo, sólo era cuestión de tiempo. Mi orgullo también se resentía, notaba que ya no me mirabas igual, tu media sonrisa me demostraba que intentabas mostrarte más seguro de ti mismo de lo que te sentías realmente.

Jugaba con ventaja y me aseguré de que ese distanciamiento no se realizara…pero...

Aquella noche, otra noche cualquiera, ocurrió todo tan precipitadamente, te lanzaste, tomaste la iniciativa, y ya no supe que hacer, perdí la ventaja del primer golpe y sólo me quedaban dos opciones…

“¿Le beso o… no le beso…?”

No actué pensando en mi movimiento sino por instinto.

No fue un contraataque.

Estaba atrapada en mi propia tela.

Eras otro cazador, y me sentí engañada, no por ti, sino por mí misma. Hilos invisibles, no podía moverme sin perder la partida.

Que juego tan absurdo.

Enamorada...tsk”

1 comentario:

  1. Me encanta el blog Aino, sigue escribiendo porque tienes mucho potencial. ^^

    ResponderEliminar